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La Quiaca Miércoles 11/3/2020

Turismo comunitario en la puna

La experiencia de vivir con los pobladores del lugar.

La Puna se nos revela en este viaje de tres días por pueblos alejados de los caminos principales, de las vías del tren, de los mercados y de los relojes en hora.

A unos 70 km de La Quiaca, por ruta de tierra, hacemos la primera parada: Oratorio (antiguamente, Oratorio de la Santa Cruz), donde el atractivo principal es una austera capilla con techo de paja que fue construida en 1780. Seguimos viaje y, a lo lejos, podemos ver el Mesón, un cerro que forma parte del territorio boliviano . "Dicen que arriba hay un lago seco. También dicen que le cayó un meteorito y lo dejó así: partido a la mitad".

El camino reserva otra maravilla: un punto panorámico natural que los locales conocen como El Filo y desde donde se pueden divisar los cerros verdes y suaves, y la ruta ondulante.

Unos 3 km antes de Cabrería aparece El Farallón , unos impactantes paredones de color ladrillo, con cuevas donde los viajeros se refugiaban con sus animales. La altura indica 3.670 metros sobre el nivel del mar. Los lugareños lo llaman Palka o pollera de abuela. Todos lo conocen, los grandes y los chicos. Es una referencia

San Juan y Oros, es un pequeño paraje a dos horas de distancia por un camino que se une a la ruta 40. El pueblo funciona a energía solar.

De apenas un par de cuadras de extensión, San Juan y Oros se recorre rápido. Hay una iglesia con una puerta pintada de azul cobalto. Junto a la Escuela N° 368 Madre Alphons María Eppinger, algunas personas esperan el Andes Norte , el colectivo que sólo pasa los lunes, miércoles y viernes.

Podemos seguir viaje hacia el pueblo histórico de Rinconada. Salimos de San Juan y Oros y hacemos 11 km por el lecho del río San Juan , escoltados por la escenográfica Quebrada de Paicone . Después, el paisaje se abre en todas las direcciones y divisamos la torre de la iglesia de un pueblo que se llama casi igual que el anterior. Este es San Juan de Oros. Es pintoresco y está abandonado. Primitiva Condorí, es la única mujer que decidió quedarse; sus antiguos vecinos partieron hacia el mejor conectado Misa Rumi -a sólo 5 km por la ruta 7-, donde hay buena internet en la plaza principal y un almacén para comprar provisiones.

"Aquí nací, aquí tengo a mis llamitas", explica Primitiva, cuyas coloridas ropas contrastan con el paisaje terroso. Está vestida con capas, lo que tiene lógica en un lugar donde la amplitud térmica puede alcanzar los 30 grados.

Saliendo de Misa Rumi hacia Casa Colorada el camino se pone difícil, piedras grandes que sacuden un poco la camioneta. Es una huella de lento tránsito que atraviesa el cauce del río Casa Colorada. Estamos a más de 4.200 metros de altura cuando divisamos la Laguna de los Pozuelos , que está llena de flamencos en plumaje nupcial y, a la derecha, el pueblo de Rinconada, que supo ser uno de los más importantes de la Puna, que vivió su fiebre del oro y fue sede de rebeliones y batallas. A 3.950 metros, es también uno de los más altos de la región.

"Estamos escondidos en la penumbra. Miles de turistas por año vienen a la Laguna de los Pozuelos, pero pocos llegan hasta aquí", dice Eudes Quispe , uno de los guías locales, que nos pasea por los principales edificios públicos, el cabildo con calabozo, de 1670, la iglesia, de 1690, y por la antigua mina bajo el pueblo. Hoy ya queda poco del preciado mineral, y lo que se encuentra es gracias a las maquinitas detectoras. Pero la fantasía del toro de oro al fondo de la mina y de toparse con un tesoro inesperado sigue siendo tema de charla

Al día siguiente conviene partir hacia la última escala de esta travesía. Cochinoca. Un halo de extrañeza también envuelve este pueblo, que perdió su ilustre prosapia como paso importante en la ruta al Alto Perú y su estatus de capital departamental: hoy apenas subsisten dos de las cinco capillas que supo tener (es especialmente bonita la de Santa Bárbara sobre una colina, desde donde se ve una gran puesta de sol), y la mayoría de las casas están tapiadas y cayéndose abajo. La habitan solo ocho familias

Lanzarse a la Puna por cuenta propia, y sin experiencia, no es recomendable. Los caminos son muy solitarios, no hay señal de celular y la altura puede hacer que el que maneja o sus acompañantes pasen un momento poco agradable. Mejor ir con guía.

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