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Formosa Viernes 23/11/2018

Naturaleza pura y buenos sabores

Formosa, un destino donde la naturaleza se conjuga con la gastronomía.

Para muchos, es un lugar común destacar la riqueza de un lugar a través de la amabilidad de sus gentes. En la provincia de Formosa, se hace gala de esta cualidad pero además, su exuberancia verde y sus áreas protegidas logran el anclaje deseado cuando un viajero del alma sale en busca de la naturaleza.

En el territorio formoseño, el pomelo tiene su Fiesta Nacional que en julio cumplió 36 ediciones. La gastronomía tiene sus fortalezas y hasta dos ediciones donde se lucen "Formosa Da gusto" y en cada hotel o restaurante podrá deleitarse con los bocaditos de yacaré, la paella de pacú, los quesos, los dulces en almíbar, mbejú, los clásicos chipa (chípa) y el mango hasta en veinte variedades. Si, leyó bien: "veinte", como las que produce desde hace cuarenta años, José Cheng y que es un imperdible pasarlo a visitar por su establecimiento pegadito al portal del Parque Nacional Pilcomayo.

Por eso, desde la capital formoseña, un recorrido a pie durante los siete kilómetros de costanera típica y nueva de una ciudad que vive de cara al río, le harán comprender la geografía de bañado, donde el agua quieta y mansa inunda el paisaje verde y es el hábitat de un sinfín de especies de la avifauna que puebla la región.

También puede recorrer el río Paraguay que nos abraza al país vecino y una excursión en lancha le devolverá el mejor plano de la vuelta que da el río justo en este sitio que le valió el nombre de "Vuelta Fermosa" por "hermosa" y que ahora es Formosa, claro está, hermosa.

Es curioso saber que toda la ciudad está inmersa en un ambiente parte del cual es Reserva Mundial de las Biósfera como lo es Laguna Oca, formada por un meandro abandonado del río Paraguay, donde de 13.500 hectáreas pasó a proteger unas 60 mil. Tiene balneario y la gente se refresca del calor intenso de esta región cada verano, aunque sea invierno, los pies agradecen la frescura del agua, cuando el termómetro puede alcanzar los 36 grados en pleno julio.

El Parque Nacional Pilcomayo, está a menos de dos horas de la capital formoseña y cuenta con dos portales de acceso, desde Clorinda (RN 11), hasta la localidad de Naineck (RN 86), donde está el área recreativa con sanitarios, lugar de camping, parrillas y bancos y desde donde se puede recorrer por unas pasarelas y llegar hasta la laguna Blanca, espejo de agua inmenso que se torna imperdible en el atardecer cuando los colores rojos y anaranjados se sumergen en el horizonte. Y también desde la ciudad de Laguna Blanca, famosa por ser la sede de la Fiesta Nacional del Pomelo, para acceder a la Intendencia del Parque y el Estero Poi, con senderos de interpretación y caminos vehiculares para admirar la sabana poblada de palmeras Caranday.

La gran biodiversidad que representa la ecorregión del Gran Chaco Americano, tiene su síntesis perfecta en las 51.889 hectáreas que protege el Parque Nacional Río Pilcomayo (agua rojiza en quechua) y representa el Chaco Húmedo y verá el efecto que producen los ciclos de inundación y sequía, de avance y retroceso de las aguas y cursos meandrosos, por lo que esteros, bañados, arroyos y lagunas integran los ambientes de pastizales, palmares y selva en galería con casi 295 especies de aves; 68 de mamíferos; 25 de anfibios y 31 de reptiles.

Los números cantan y su riqueza ambiental lo integró al mundo protegido como un sitio Ramsar que protege a los humedales más importantes del planeta. Los avistadores de aves, lo eligen, tanto que tan sólo recorrer los primeros metros de esta espesura lo harán ver diversas especies de aves, claro que si agudiza la vista y tiene paciencia podrá ver al maginífico "Jabirú", la cigüeña más grande del continente. Puede alcanzar 1,10 metro, tiene un collar de plumas rojo, de plumaje blanco y cabeza negra. Volar, es otra cosa. Enorme, surca el cielo y no le quedarán dudas de que se trata de un Jabirú. Es gigante.

El emblema del parque es el Aguará Guazú, un mamífero canino, se parece a un perro alto, flaco y desgarbado, con patas negras, que habita esta región. Tal vez, de noche o en el amanecer, se lo pueda ver. Hay que averiguar bien, pero desde las 7 de la mañana, se puede ingresar al parque, siempre avisando en la oficina de informes de los guardaparques, para conocer los detalles de los senderos y caminos para una mejor observación. Descubrirá, entonces, los sonidos de la selva.

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