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Mendoza Viernes 20/4/2018

Mendoza, variedad de regiones, climas y suelos que imprimen identidad al vino nacional.

Es donde se produce el 60% de los vinos que bebemos y exportamos en el país.

La clave es el terruño, esa identificación que un vino tiene con el lugar donde nace. No alcanza con pensar en Mendoza, sino ir a sus principales valles. Luego, mirar los departamentos, como Luján de Cuyo, Rivadavia o Valle de Uco. Ahí, separar distritos, como Vistalba, Perdriel, Agrelo, Tunuyán o Tupungato. Y seguir achicando espacios, reconociendo diferencias en suelos, identificando parcelas dentro de fincas. Una enorme complejidad que ofrece ADN compartidos: Luján de Cuyo, por ejemplo, es la historia del vino de Mendoza y sus inmigrantes, con suelos que tienden a ser profundos y finos, con viñedos antiguos y bodegas históricas. El Este es el gran oasis productivo, generoso y cálido; mientras que el Valle de Uco muestra la potencia de su altura, con concentración y climas extremos.

Luján de Cuyo es conocida como la "primera zona", apodo que alude a su importancia en historia y en producción. Muchas de las principales bodegas de la Argentina están aquí, bordeando la ruta 40, a sólo 30 minutos de la capital mendocina. La riqueza de Luján de Cuyo es única. Acá encontrás los viñedos más antiguos de la provincia, nosotros tenemos varios con más de 80 años. Esas plantas se regulan a sí mismas y reciben cuidados artesanales, logrando un equilibrio perfecto. Gran parte de Luján de Cuyo, con sus distintos suelos, desde los 780 metros sobre el nivel del mar de a los 1.030, con plantas antiguas y con diferentes variedades de uva se aprovecha la calidad y diversidad que ofrece esta región.

El este de la capital mendocina es uno de los valles productivos más fértiles de la provincia, compuesto por los departamentos de San Martín, Junín, Santa Rosa, La Paz y Rivadavia, donde llegan las aguas del Río Tunuyán. En promedio, la Zona Este es una de las más cálidas entre las regiones productoras de vino de Mendoza, lo que le da vitalidad a los viñedos. Es necesario saber conducir la planta, moderar sus rendimientos, trabajar en la poda y en la vendimia, para lograr una cosecha tan intensa como generosa. Es una zona perfecta para lograr vinos jóvenes, ricos, que se pueden beber en todo momento.

El Valle de Uco es una de las zonas productivas más jóvenes de la provincia, donde están varios de los emprendimientos que más dan que hablar. No extraña: con sus pendientes y falta de agua, en muchos de sus distritos recién se pudo comenzar a plantar con la existencia del riego por goteo . La altura define sus vinos. Y en el Valle de Uco hay mucha altura: desde los 1000 hasta los fríos 1600 metros, donde ya muchas variedades no logran madurar. Abundan los suelos pedregosos, que obligan a las raíces a bajar en busca del agua que se escurre rápido, con mucho material calizo, todo en días y noches de enorme amplitud térmica. El Valle es responsable de la potencia, la estructura y del color intenso y profundo. Para las fronteras políticas, Mendoza es una gran provincia. Pero para la producción vitivinícola, es la puerta de entrada a la gran diversidad de regiones, de suelos, de valles, de historia y de historias, de estilos y de variedades, que hacen al gran vino argentino.

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