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Falda del Carmen Miércoles 26/12/2018

El bosque serrano perdió el 24% de las especies en solo 10 años.

Lo indica un estudio de investigadores cordobeses realizado en parches de monte nativo en Sierras Chicas.

El desarrollo urbano, el ganado y los incendios frecuentes reducen la biodiversidad de estos ecosistemas.

La destrucción del chaco serrano en la zona de las Sierras Chicas comenzó en la década de 1970 con los desmontes para cultivos y urbanizaciones. En la actualidad, sólo quedan parches de vegetación nativa. Esos relictos (porción de territorio cuyos seres vivos han logrado sobrevivir) están en una cuenta regresiva.

Un estudio de investigadores cordobeses determinó que en 10 años estas parcelas boscosas perdieron el 24 por ciento de las especies.Es una tasa de pérdida de biodiversidad que no tiene precedentes.

Ramiro Aguilar, investigador del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv) de Córdoba, es el primer autor del trabajo. “No se han publicado estudios en los que se hayan detectado tasas de pérdida de especies de tanta magnitud y en tan poco tiempo”, aseguró en diálogo con este medio.

El desmonte de las décadas pasadas dejó sólo algunas parcelas de bosque nativo. En 2013, Aguilar y sus colegas analizaron 18 de estos parches y compararon la riqueza de plantas encontrada en el relevamiento con la que se determinó en un estudio realizado en los mismos sitios en 2003.

La mayoría de los parches están ubicados al este de la autovía E-53, muchos de ellos en la estancia Santo Domingo. También hay una parcela grande en la Reserva La Quebrada. Otras están ubicadas cerca de Falda del Carmen. Pertenecen al ecosistema llamado chaco serrano. El estudio de 2003 determinó que había 229 especies entre todas las parcelas. Diez años después, el número bajó a 163. Una buena parte de las plantas relevadas en 2003 ya no estaban (91), aunque en 2013 también encontraron 25 nuevas especies.

El problema es que los parches se quedan sin conexiones entre sí. “La conservación de la biodiversidad en esos fragmentos de bosque depende de su tamaño y de la reserva de semillas, propágulos y del polen que pueden intercambiar entre parcelas. Si los parches quedan desconectados, irán perdiendo biodiversidad”, explica Aguilar. Todas las especies que desaparecieron de estas parcelas son herbáceas que tienen una vida más corta. Y en general son de baja abundancia a lo largo de paisaje.

Pero el investigador aclara que a los árboles y arbustos no les va mejor. Persisten sólo porque tardan más tiempo en morir, pero luego es probable que no tengan posibilidad de generar nuevos individuos por la falta de propágulos.

“Si al día de hoy no se produjera ningún cambio, igual se seguirían perdiendo especies. Lo más probable es que las especies exóticas colonicen las parcelas y el paisaje sea más homogéneo y no tan diverso”, explica Aguilar.

Las razones de esta pérdida de biodiversidad son tres: la presión que se ejerce por el entorno, en especial, por el crecimiento urbano; el pastoreo intensivo de las vacas y un aumento en la frecuencia de los incendios.

Para Aguilar, la única forma de detener está pérdida de especies es la restauración. “Es importante mejorar la conectividad de los parches. Una medida acertada sería avanzar en el corredor de reservas naturales de Sierras Chicas”, asegura Aguilar.

Y también apunta a que se realice un ordenamiento territorial coordinado entre todos los municipios que hay en la región para que se cuiden estos relictos de bosque nativo.

Cingolani asegura que, por experiencias en otros ecosistemas, el pastoreo también debería regularse, pero no eliminar al ganado por completo porque facilitaría la invasión de especies exóticas.

La destrucción del bosque no es gratuita para los cordobeses, asegura Aguilar. Su precio es que también perdamos los servicios que estos ecosistemas les brindan a los seres humanos.

Uno muy sensible para la Provincia es la conservación de las cuencas hídricas que dan agua en cantidad y calidad.

Pero también se pierde fauna polinizadora de la que dependen muchas plantas, incluso cultivos; se fija menos carbono, medida clave para mitigar el cambio climático, y desaparece el paisaje natural de las Sierras, que también atrae al turismo.

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