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Argentina Martes 23/5/2017

Voluntarios recuperan un bosque incendiado.

Un grupo de voluntarios de Tierra del Fuego plantó 130 mil árboles para reforestar 1.100 hectáreas de bosque autóctono

La iniciativa de una organización llamada "Soy parte del bosque fueguino" comenzó a gestarse poco después de que un fogón mal apagado originó que se quemaran unos 200 mil ejemplares de lengas, cohiues y otras especies locales, en el paraje conocido como "Bahía Torito", ubicado sobre la costa del Lago Fagnano, a unos 80 kilómetros al norte de la ciudad de Ushuaia.

Un grupo de guías de montaña, sensibilizados por el daño producido al paisaje y al ecosistema de la zona, entendió que había que pasar a la acción directa y se decidieron a trabajar para sustituir los árboles que devoró el fuego.

El grupo, que tienen una relación directa y afectiva con el bosque, pidión ayuda a entidades como el Club Andino de Ushuaia y de Río Grande y el Club Amigos de la Montaña, la Dirección de Bosques y la Administración Nacional de Parques Nacionales, y de esta forma desde el 2014 comenzaron a hacer campañas para reforestar 1.100 hectáreas de bosque nativo que fue incendiado en el año 2012. La acción se enmarca en la necesidad de remediar lo que. Ya llevan siete, siempre entre otoño y primavera que es el periodo de tiempo ideal para replantar. Lo que se plantó este fin de semana tardará 650 años en crecer. A este ritmo podrían concluir en 2019 la tarea de reponer los 200 mil que se quemaron.

En todos estos años lograron que 700 personas fueran voluntarios en esta tarea tan importante como es replantar un bosque entero. También hacen tareas de concientización en escuelas para trasladar a los niños lo trascendente que es cuidar el bosque de la isla.

“A los que se suman a las campañas les damos una charla previa y ya en el lugar les explicamos la técnica para plantar, que es muy simple y rústica. Se llama “repique directo“. Sacamos plantas de un sitio de mucha densidad y las llevamos al lugar afectado. Los árboles no reciben ningún otro tratamiento. Se riegan con el agua de lluvia. Llevamos un registro histórico de los ejemplares que nos permite calcular un índice de supervivencia de entre 40 y 50%”, aclaró uno de los guías, Loreto.

“Todos lo que vamos al bosque sabemos que se trata de un acto altruista. El bosque no estará maduro hasta dentro de 650 años. No lo verán ni nuestros hijos ni nuestros nietos. Cuando los árboles se regeneran nadie sabrá quién los plantó. Pero este es nuestro aporte al entorno que nos está viendo crecer”, concluyó este mujer que lleva a su bebé al bosque, un símbolo que representa la idea que tuvieron este grupo que entendió que había que pensar en el futuro a partir de trabajar en el presente.

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