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Apóstoles Miércoles 7/11/2018

Tres Capones, cuna de tealeros.

Con una mística que conecta al visitante con lo más profundo de su historia

Poco más de 1300 habitantes, en esta pequeña localidad misionera, que descansa en el cruce de las rutas provinciales 2, y 202, a unos 20 km de la ciudad de Apóstoles, se preparan para mostrar al mundo que hay otra manera de hacer turismo, que será sin dudas la experiencia más natural, personal e intransferible que hayan vivido

El casco urbano del pueblo circula en torno a la plaza principal, frente al edificio municipal. En torno a ella, todo el ejido está compuesto por pocas cuadras y mucha historia.

A pocos metros de allí, la espectacular construcción de la Iglesia Ortodoxa Rusa exhibe a su costado una de sus reliquias más preciadas: una enorme campana, compuesta por 7 kg de oro, de las que existen solo tres en el mundo: Canadá, Moscú y Misiones. En su interior, este majestuoso templo sagrado guarda verdaderas obras de arte que merecen ser conocidas más allá de la religión que se profese.

Siguiendo el recorrido, a pocas cuadras se encuentra la Iglesia Ucraniana, cuya estructura respeta y resalta toda la cultura y religiosidad de su origen, remontando al visitante a la Ucrania natal de sus antepasados.

Frente a la plaza principal se encuentra ubicada también la casa histórica del primer colono tealero de la provincia, en cuyo jardín aún se conserva una muestra del primer ejemplar de la planta que ha dado origen a la vasta plantación de té de la provincia, que hoy exporta su producto al mundo.

Pero la aventura Tres Capones no termina allí. El pueblo se completa con sus chacras, trazadas y cuidadas por colonos, que son los que han escrito, desde el principio, la historia del pueblo.

Excelentes anfitriones, reciben a los visitantes con sus máximas riquezas, de las que comparten su autoría solo con la madre tierra. Pan casero, dulces, comidas típicas, refrescos, se transforman en la carta de recibimiento de quien quiera visitarlos. “Mi chacra no tiene portón” reza el dicho de estos lugareños mientras estrechan sus manos que exhiben trabajo, nobleza y hospitalidad.

Luego de la recepción, un paseo monte adentro se transforma en una experiencia de introspección que solo puede describir quien lo transite.

Machete en mano para allanar la ruta, que va siendo trazada un situ, el dueño de la chacra invita a los visitantes a compartir un poco de su cotidianidad.

Recorrer los teales, conocer a sus animales, de los que extraen lo que más tarde se servirá en la mesa. El aroma de la chacra no se parece a nada porque no tiene otra cosa que naturaleza, cuyas notas esenciales hace tiempo que no se encuentran en las grandes urbes.

Estas experiencias son las que buscan los viajeros del mundo. Son vivencias que solo pueden ser vividas si se reúnen una serie de características esenciales: un ambiente natural cuya biodiversidad propicie el escenario, habitantes enraizados en su historia y un entorno que conjugue los elementos.

Sin dudas una experiencia única, diferente, que cambiará la forma de ver el mundo de todo aquel que se atreva a vivirla.

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