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Los Antigüos Miércoles 5/9/2018

Los Antiguos, una excursión por los alrededores de la “Capital nacional de la cereza”.

Un oasis en medio de la estepa que invita a recorrer sus valles prósperos, ríos, lagos y montañas

El primer impacto visual sale disparado como un flash que encandila a los visitantes desde el cantero central de la avenida San Martín. Ese jardín público de 1 kilómetro de largo perfila este oasis patagónico, que enseguida se amplifica en las calles semiocultas por hileras de álamos.

En realidad, la tupida arboleda resguarda el mayor secreto que sustenta el resurgimiento del pueblo: Los Antiguos tocó fondo el 13 de agosto de 1991, cuando las erupciones del volcán Hudson sepultaron 10 millones de hectáreas de Cordillera, valles, lagos, ríos y estepa bajo un grueso manto de azufre y ceniza. Décadas después, ese sedimento nocivo para el ganado y los cultivos se transformó en el mejor abono de las parcelas revitalizadas de las chacras agroturísticas, donde florecen cerezas, frutillas, guindas y frambuesas.

La alameda descorre su velo a pasos de la orilla del lago Buenos Aires y una bocanada de aire gélido, disparada desde las altas cumbres andinas, se apodera de la atmósfera. El viento revuelve la playa de canto rodado y un grupo de pescadores busca la mejor posición para afrontar el desafío. Desde el lecho de piedras, portentosas truchas arcoiris saltan como brasas encendidas y esquivan los primeros zarpazos de sus captores.

La imagen de vergel que transmite Los Antiguos se aprecia en toda su dimensión desde los alto de tres puntos panorámicos. El manto verde más intenso se aprecia desde el Mirador del Valle. A sus pies, las discretas construcciones parecen reducirse aún más a merced de las tupidas melenas vegetales. A su vez, la amplia perspectiva del mirador Uedeunk (“Espíritu bueno”) abarca el Monumento al Tehuelche, el río Jeinimeni y el puesto aduanero de la frontera con Chile, a 3 km del más coqueto jardín santacruceño.

El rostro más descolorido de la Patagonia arranca tímidamente al sur de Los Antiguos hasta ensancharse en un escenario árido y pedregoso que se agiganta a los costados de la ruta 41. La fascinante excursión que deposita a los aventureros en la base de Monte Zeballos (a 72 kilómetros del pueblo) y en el lago Posadas (en el kilómetro 128) resulta una perturbadora incursión en un universo teñido de tonos ocres y rojizos.

En los dominios de la inmensidad de la estepa, después de atravesar un bosque de lengas y ñires, todo alrededor adquiere las austeras formas de un mundo quieto y desolado. Apenas alguna solitaria cascada o un arroyo de deshielo -y, con suerte, la fugaz corrida de un choique sobre el suelo de matas y ripio- se revelan como solitarias señales de vitalidad en los tentáculos de la estepa que toman distancia del oasis y la Cordillera.

El paseo se torna una dura travesía en el camino de 100 km hacia el este por las rutas 39 y 97. La huella de ripio avanza ondulante hasta el borde mismo del precipicio recortado por el Cañadón del Río Pinturas. El vehículo 4x4 resiste esquivando plantas espinosas, algún lecho de laguna agrietado y guanacos que pastan y salen disparados ante el mínimo sonido extraño. Todavía falta afrontar la prueba mayor: un tramo de trekking en pendiente hasta el farallón de Cueva de las Manos. Unos 80 metros arriba del lecho del río asoman las cuevas y aleros decorados con pinturas rupestres que revelan algunos hábitos de las culturas que frecuentaban este rincón desolado de la Patagonia 9.300 a 1.300 años atrás. Son las piezas que completan los misterios de este páramo subyugante.

La creación del Parque Nacional Patagonia en la amplia meseta del lago Buenos Aires -al sur de Los Antiguos- impulsó el desarrollo del circuito binacional “Un parque, dos países, una región”. Las agencias de turismo locales organizan recorridos de cuatro días que incluyen un tramo de la ruta 40 , el Camino de Monte Zeballos (ruta 41), caminata por el Cañadón del Río Pinturas hasta Cueva de las Manos, trekking por la zona jurásica de los lagos Posadas y Pueyrredón, el cruce internacional a Chile Chico, parte de la Carretera Austral de Chile (rutas 7 y 265), la Reserva Nacional Lago Jeinimeni, el lago Chelenco y las cavernas naturales Capillas de Mármol, en territorio trasandino. Esta excitante aventura permite apreciar nacientes de ríos, conos volcánicos, lagunas, guanacos, choiques, cóndores, huemules y especies endémicas de flora y fauna, como lagartija y macá tobiano.

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