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Argentina Jueves 20/9/2018

La libertad de viajar en bicicleta.

Practicar cicloturismo con entrenamiento previo y equipo adecuado.

Cuando una persona quiere empezar a rodar con la bici, lo ideal es que se sume a los grupos autogestionados que hacen salidas cortas y de baja dificultad. Los que ya vienen haciéndolo, como primera experiencia pueden probar la travesía entre Carmelo y Colonia, en Uruguay. Se hace en dos etapas de 55 kilómetros cada una, con 400 metros de altimetría. Ahora, para poder explorar otras alternativas, alguien que no hace actividad física necesita pasar al menos cuatro meses exigiéndose cada vez un poco más.

Ya sea por cuenta propia o contratando a una empresa de cicloturismo, esas alternativas van desde un recorrido por los Valles Calchaquíes o entre Tucumán y Catamarca, hasta una vuelta a la isla de Sicilia o por la Toscana, en Italia, pasando por el cruce de los Pirineos, entre España y Francia. O uno de los sueños de todo ciclista: el cruce de los Andes. Todos viajes de entre 7 y 9 días, pero que empiezan mucho antes. Primero, con la elección de una bicicleta mountain bike adecuada. "Tiene que tener una multiplicación de cambios que permita pedalear hacia arriba y frenos a disco. Cuanto más liviana, mejor. Y debe tener una buena suspensión para absorber las irregularidades del terreno", recomienda Mariano DAlessandro, entrenador, que recomienda asesorarse con el organizador del viaje para conocer qué demanda a nivel físico y técnico.

También hay que equiparse: casco, guantes, camisetas térmicas, jerseys, calzas, piernitas, manguitas, pañuelo para el cuello, y una campera rompevientos impermeable y respirable. Una batería de ropa para vestirse en capas, como una cebolla, para ir sacándoselas ante las bruscas variaciones de temperatura que aparecerán en la ruta. Siempre hay que llevar alguna prenda de repuesto a mano, para reemplazar la transpirada o mojada. Pero cuidado, antes de salir a la pista de entrenamiento o de viajar hay que hacerse un chequeo médico, incluyendo un control cardiológico con la ergometría correspondiente.

"Ir una vez por semana al Tigre no alcanza para prepararse para cruzar los Andes, señala DAlessandro. Además de hacer un fondo o recorrido largo a una buena velocidad una vez por semana, hay que entrenar al menos dos días más de manera metódica. El objetivo es obtener la capacidad aeróbica y física para mover y controlar tu bici. Hay que prepararse para disfrutar, que no sea un suplicio hacer la travesía. Y hay que ser consciente de qué se está eligiendo. Algunos, por ejemplo, no asocian el viaje a los Andes con subidas, un menú de comida único, la fatiga de pasar varios días haciendo actividad física, dormir en campamento y tener que bañarse en un río helado. El cruce es una experiencia emocional".

La dificultad que plantean los Andes, sin embargo, es la misma que la de la travesía entre Salta y Jujuy. La diferencia es que en esta última se duerme en hostales y hoteles. Pero físicamente hay que estar preparados para el resbaladizo asfalto bajo una intensa lluvia, en el Camino de Cornisa a través de la selva de yungas que une ambas provincias. Es como pedalear dentro de una nube, por momentos de tormenta. También hay que estar listos para las subidas interminables, como la de la Cuesta del Lipán, que lleva al Abra de Potrerillos a 4.170 metros de altura.

Cada uno pedalea a su ritmo. Tal vez coincida con un compañero, o no. El organizador acompaña a los más rezagados. Y cerca de los ciclistas siempre van una combi y una camioneta con un trailer para cargar las bicicletas de los que renuncian. Pero nadie quiere renunciar.

Tampoco son fáciles las bajadas vertiginosas en caminos de ripio, como el que lleva hasta Iruya. El premio es ir acercándose a las luces del pueblo al anochecer. Y, también, una reconfortante cena compartida con nuevos amigos, unidos por la pasión de la bici. Compañeros solidarios, que le prestan una crema reparadora o vendan al que se cayó y se golpeó; que le dan consejos al novato; que animan al que se siente sin fuerzas. Quien emprende el viaje solo, se une a una familia rodante.

"El encanto del cicloturismo es que la bici te permite una cercanía con las personas que no lográs en otra clase de viajes más acartonados y se generan lazos que perduran en el tiempo, sostiene DAlessandro. Me gusta esa sensación de equipo. Entre varios resolvemos un mismo problema: transportarnos de un lugar al otro y superar las dificultades que se van presentando. Además, no vas aislado en una burbuja, como en un auto. Por la velocidad que llevás, estás en contacto con todo el medio pero, al mismo tiempo, podés recorrer mayores distancias porque vas más rápido que a pie".

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