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Tafí del Valle Martes 26/6/2018

En sólo 110 km, la aventura de 1294 curvas entre la selva de yungas tucumanas

Un paisaje exuberante con sus cascadas y diferentes tonalidades de verde une S.M. de Tucumán con Tafí del Valle.

El recorrido de la ruta provincial 307, que une San Miguel de Tucumán con la ciudad de Tafí del Valle, es una aventura que realizan al año más de 123.000 turistas que se maravillan ante el paisaje. La belleza de la ruta es cierta aún cuando un manto de niebla, el alpapuyo, le ponga un toque de riesgo en el recorrido en la cima de las moles que la rodea, o cuando la visibilidad de los conductores queda reducida a menos de 50 metros.

La ruta corre serpenteando al río Los Sosa, con el que parece que juega una carrera en medio de la sierra cubierta de vegetación en todos los niveles - helechos, pastos, líquenes, árboles, parásitas y epífitas- que impiden ver su profundidad a poco de alejarse del camino por lo tupida que es esa vegetación.

No se trata de cruzar las montañas más alta de la región, ni el Pedemonte siquiera, sino la primera sierra que aparece en el paisaje hacia el noreste de la capital provincial luego de atravesar campos sembrados de caña de azúcar, desde mucho tiempo atrás, y ahora con las pinceladas de azul y vino tinto de los sembrados de arándanos, la nueva producción estrella de la región al mundo.

Apenas la planicie desaparece, las sierras se cubren de verde y comienzan las curvas y contracurvas, entre las que se encuentra “la del Fin del Mundo”, interrumpidas por los recreos donde se puede parar y hacer asado (con precauciones), tomar mate y tomar fotografías, además de tocar el agua de las cascadas y arroyos que se forman, para ver cuán fría está y de paso probarla, ya que potable por naturaleza.

El parador más importante es el del “Monumento al Indio”, enclavado en el medio del paisaje en 1942, al año siguiente de la apertura de la ruta, con una confitería, locales de productos regionales y una escultura de siete metros de altura de Enrique Prat Gay, el tío abuelo del dos veces presidente del banco Central y ex ministro de Hacienda de la Nación, Alfonso Prat Gay.

Todavía queda la otra mitad del recorrido donde de manera habitual arrecia el alpapuyo, y aún se ven los restos de los desprendimientos que suelen ocurrir desde la ladera de los cerros, entre cuyas piedras se abren paso una y otra vez las matas de la vegetación.

Después ocurre un fenómeno de singulares características: la Selva de Yungas se disipa de golpe y aparece un paisaje árido, más propio del noroeste argentino, y el suelo pasa a ser marrón mientras que los árboles le dejan sus lugares a los cardones, entre los que sobresale el Cardón Abuelo, de Amaicha del Valle, que se determinó que tiene más de 400 años.

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