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Guandacol Lunes 16/4/2018

El atractivo de Santa Clara

Una casa de adobe de 106 años, donde un vecino mantiene la tradición del tejido artesanal.

En la provincia de La Rioja, sobre la Ruta Nacional 40, que en su kilómetro 3.730 atraviesa el pueblo y es su casi única calle, está la pequeña puerta de entrada, bajo un cartel de madera sobre los bloques de adobe con la leyenda "Casona de Fajardo".

Se trata de Nicolás Fajardo, el último de los hilanderos de una familia tradicional, quien continúa con la producción de ponchos y otras prendas confeccionadas en telares manuales de madera, a las que tiñe con productos naturales, tanto vegetales como minerales.

Su persistente labor y las escasas ventas le han generado un variado y colorido stock de ponchos, mantas, colchas, caminos y otros productos, que convirtieron su vivienda y taller en un virtual museo y sala de exposición, que es un atractivo para quienes visitan Santa Clara.

Adentro se puede encontrar desde pequeños centros de mesa, caminos, bufandas y bolsos, que es lo que más se vende, hasta prendas de mayor valor, como colchas y un poncho de vicuña valuado en 90 mil pesos, que supone quedará como patrimonio familiar.

Sobre esta prenda, explicó que el pelo de vicuña, como el de conejo, no tiene cámara de aire adentro, y si está bien tramado se logran ponchos absolutamente impermeables, por eso salen tan caros.

Además de relatar a los visitantes la historia familiar vinculada al tejido artesanal y explicar las técnicas, Fajardo brinda una muestra en vivo de tejido en uno de sus telares armado con troncos y maderas.

En un rincón de la galería hay un "Telar criollo con pedal", como indica un cartel destinado al turismo, donde muestra cómo se arma un tejido, con ovillos de lana, hilos extendidos y tensos que regula y combina mediante el uso de ramas y cortes de madera, además de los pedales.

Tejer un poncho puede llevar unos ocho meses, a un promedio de tres horas por día, y como se trabaja parado, llegado un momento empieza a doler la cintura, explicó este hombre de 57 años, que además es profesor de artes plásticas en la escuela de Santa Clara.

En su familia, contó, los varones tejían los ponchos, que eran las prendas más pesadas y las mujeres hacían mantas, mantillas y prendas más chicas.

La casona, construida en 1912, fue la escuela del pueblo y la vivienda donde Fajardo creció junto a su madre, una tía y un tío, que desarrollaban el oficio del tejido con telar y cuyas prendas fueron famosas en la región y aun en Chile.

Ahora, como el último sobreviviente de una especie en extinción, comentó que su intención es transmitir el oficio a nuevas generaciones, para que la técnica ancestral no se pierda cuando él deje de crear.

Santa Clara es un virtual apéndice de la localidad de Guandacol, en el centro oeste de La Rioja sobre la frontera con San Juan pero dentro del Departamento Coronel Felipe Varela y unos 70 kilómetros al sur de la ciudad cabecera, Villa Unión.

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