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Ushuaia Lunes 30/12/2019

Aventuras en Ushuaia

Se puede ser original visitando Ushuaia y contratar excursiones fuera de programa, como un vuelo en helicóptero que aterriza en la Cordillera o un paseo imposible en 4x4 hasta las orillas más ariscas del lago Fagnano, pero también es cierto que los básicos hay que hacerlos.

Los paseo básicos en Ushuaia son la visita al Parque Nacional, trencito incluido, y la navegación por el Canal de Beagle, sólo por nombrar los hits.

Pero empecemos por los planes menos conocidos como la excursión en 4x4, un programa que arranca a las 9 de la mañana y termina a las cinco de la tarde. El preludio del paseo es salir de Ushuaia por la ruta 3 y contemplar la ciudad desparramada, un trazado de casco urbano y un montón de casas salpicadas en las laderas, vigiladas a su vez por montañas con picos aún nevados y el azulísimo Canal de Beagle. El desorden habitacional es correlativo a la explosión demográfica del lugar durante los 80.

El avance por la ruta 3 deja ver una urbe eminentemente portuaria, con sus containers abocados al tránsito y los galpones de firmas que siguen proveyendo insumos a gigantes de la informática y el sector de electrodomésticos.

Ushuaia es el puerto natural para acceder a la Antártida, ya que se encuentra a sólo 1000 kilómetros del continente blanco. Por eso el 95% de los cruceros paran aquí entre octubre y abril, son más de 430 transbordos en todo el verano. En la capital más austral del mundo la mayoría vive del turismo, con una temporada de invierno que dura cuatro meses y una de verano que dura seis.

La primera posta del tour en 4x4 es Las Cotorras, un complejo a la vera de la ruta 3 en donde al mediodía se come cordero a granel y que también sirve de stop estratégico para tomar chocolatada y acariciar a los canes del criadero Siberianos de Fuego. El dueño del criadero, montó hace 21 años en este valle un campamento de perros de trineo, en tres variedades, Siberian Husky, Alaskan Husky y Samoyedo.

Pero esta es sólo una parada breve. Otra vez en el asfalto, se pasa por el Mirador Garibaldi para apreciar la fabulosa vista sobre lago Escondido, con las aguas verde lechosas que bajan del Glaciar Ojo del Albino. A lo lejos, se ve también el gigantesco lago Fagnano. Primero, la 4x4 se adentra en el bosque para llegar a una vieja hostería sobre el Escondido, llamada Petrel, que abrió en los 60 y hasta tuvo pista de esquí propia, pero fue abandonada y en última instancia saqueada en 2009.

Luego, se regresa a la ruta 3 hasta una nueva entrada que baja hasta el Fagnano, en donde la camioneta lucha literalmente contra todos los elementos y hasta parece anfibia porque entra de lleno en charcos que la hunden casi hasta la mitad. Se atraviesa un bosque espeso, por momentos devastado por los castores, que con sus diques terminan inundando las lengas. Es tal el desastre que hacen que, unos años atrás, el Estado llegó a pagar a los cazadores que trajeran una cola de castor como prueba de (no) vida. "Pero el costo de la bala terminó siendo mayor que la recompensa", cuenta una guía del lugar.

El verdadero premio es tocar las aguas heladas del lago Fagnano, que parece un mar salvaje de 104 kilómetros de largo por ocho de ancho, muy distinto por su carácter y topología oceánico montañosa a los siete fantásticos del sur argentino.

La excursión clásica, en la dirección opuesta al Fagnano, es la del Parque Nacional Tierra del Fuego y el Tren del Fin de Mundo, que recorre los últimos siete kilómetros del trecho original que hacían los convictos desde el presidio hasta el bosque en donde realizaban sus trabajos forzados. Además del parque, el tour sirve para descubrir la historia de los presos famosos, desde el perverso Cayetano Santos Godino, alias El petiso orejudo, hasta el anarquista Simón Radowitzky o el ingenuo Pipo, que quiso escapar y terminó congelado en el río que hoy lleva su nombre.

Una vez que se abandona el trencito, un micro lleva a los visitantes hasta las orillas del lago Roca y luego hasta Bahía Alpatana. Durante el trayecto, los guías muestran una vieja fotografía de los indios Yamanas, semi desnudos junto a sus canoas; y aquí es inevitable pensar que ningún turista de este tour, ni siquiera los europeos con su ropa súper hi tech, soportaría cinco minutos a la intemperie sin sus camperas de polar remachado.

Este bosque, denominado sub antártico y de lenta recuperación, se formó después de la era glaciar y las raíces tienen poca profundidad; por eso los árboles se caen fácilmente y la pérdida de cada ejemplar termina siendo grave, porque una lenga demora unos 70 años en llegar a edad adulta.

Durante la caminata se ven cauquenes y se escucha el toc toc de los pájaros carpinteros. El modus operandi del ave es fabuloso: coloniza un árbol y con sus garras siente las vibraciones del tronco para detectar si está hueco y tiene larvas en su interior. Si las encuentra, se pone a hacer agujeros con el pico como si fuera un taladro. Para soportar los golpes, el pájaro carpintero ha desarrollado un cráneo tres veces más grueso que el del ser humano.

Si se quiere una visión aérea del asunto, la empresa Heliushuaia ofrece paseos en helicóptero que permiten admirar la ciudad desde el cielo, con aterrizaje en la Cordillera, para contemplar las lagunas congeladas.

La excursión marítima es una buena forma de despedirse de Ushuaia. Partiendo desde el puerto, aparece primero el derruido remolcador Saint Christopher, que participó en el desembarco de los Aliados en Normandía y terminó encallado en estas costas en 1953, para convertirse en una postal de la ciudad.

Los puntos de referencia son: la Isla de los pájaros, hogar de los cormoranes imperiales. Luego, las islas Alicia y Lucas, en donde alternan leones marinos con cormoranes roqueros, porque construyen sus nidos en las fisuras de las rocas verticales.

El hit final es el archipiélago Les Eclaireurs, en donde todos se toman la foto de rigor con el faro aunque hay que aclarar que no se trata del famoso Faro del Fin del Mundo de Julio Verne, que queda a 250 kilómetros de aquí, en una bahía de la Isla de los Estados.

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