Ruta0.com es una comunidad de viajeros de Argentina y Sudamerica, apasionados de las rutas y de conocer nuestra tierra, donde nos reunimos para contar experiencias y aprender de las de los demás.

Info General

Alojamiento

Que Hacer

Servicios

Fotos

Mapas

Clima

Foros

> > >

De Bahía Blanca a Saldungaray en bicicleta.


1 conversaciones 1
Ruleigh dijo el 10/12/02:
DE BAHÍA BLANCA a SIERRA de la VENTANA, por SALDUNGARAY Se sabe que para andar una legua o para hacer mil kilómetros, se empieza igual: por el primer paso. En nuestro caso, tratándose de una travesía en bicicleta, acomodamos el refrán a nuestro gusto y reemplazamos paso por pedaleada. La madrugada del sábado 16 de noviembre de 2003, en Bahía Blanca hubo una tormenta de truenos, relámpagos y lluvia, algo que no estaba en nuestros cálculos y tampoco lo estuvo en las perspectivas del pronóstico difundidas el día anterior. Hubo mucho ruido, pero pocas nueces (3 mm de lluvia). Amaneció nublado y con chaparrones. Después de intercambiar llamados y de mirar el cielo con gesto de expertos en meteorología (léase desconcertados), retrasamos la partida una hora. A las ocho de la mañana nos encontramos en el comienzo del camino "La Carrindanga" los cuatro que habíamos confirmado la partida: Mabel, Gabriel, Patricia y yo - Raúl- quien esto escribe. Apareció un acompañante inesperado: el padre de Gabriel (con más de 70 años) que nos iba a escoltar por varios kilómetros, contándonos historias y anécdotas. Siguiendo con los refranes, alguien dijo: "hay que aceptar las sorpresas que te dan los vientos". Y con la frase filosófica resonando en los huecos de nuestras mentes, dimos aquella primer pedaleada. Muchos dirán que no es gran cosa ir de Bahía Blanca hasta la "Comarca Serrana" en bicicleta, pero para nosotros, un grupo de bahienses que aprecian la naturaleza - y además ciclistas- siempre nos resulta reconfortante visitar esos parajes. Habrá entre nosotros distintas motivaciones, pero todos lo disfrutamos. Son ingredientes para una receta imperdible: amigos, deporte; naturaleza y - cuando se puede- asadito. Y no es por la novedad; todos ya hicimos este viaje más de una vez. Gabriel alrededor de quince veces, sin contar que anduvo en bicicleta por Ushuaía y varios sitios de la Cordillera de los Andes, algunas excursiones acompañado por Mabel. Además Mabel, Patricia y yo ya recorrimos el trayecto entre Bahía Blanca y Sierra de la Ventana por lo menos en seis ocasiones. No es por agrandarnos, pero tenemos otros laureles: todos, hemos participado en las carreras de aventura de Pigüé ("Expedición Serrana") y de Saavedra ("Adventure Race"), con distintos resultados que no viene al caso revelar. Lo pueden averiguar en la página www.aventurarse.com/carreras/saavedra/index.html Siguiendo con la excursión, llegamos a la primer parada, en el "Puente Canessa", donde el camino ”La Carrindanga” se cruza con el arroyo Napostá Grande, a unos veinticinco kilómetros de Bahía Blanca. Pudimos comprobar las secuelas de la crecida que nos dejó sin el lugar que utilizábamos habitualmente para acampar en las salidas de los fines de semana. El único arbolito que había, desapareció y sólo quedó un barranco. Un dato anecdótico de este paraje es que aquí se rodaron algunas escenas del film "Caballos Salvajes". Más allá del puente, en la banquina, estaba estacionado un furgoncito. Bajó un hombre con el termo bajo el brazo y nos “sebó” un par de mates. Fue una detención corta; continuamos enseguida cuesta arriba hasta la próxima escala, la Estancia "Monte Alegre", donde estaba previsto el desayuno. Tiramos la "lonita" en el piso y se armó el "picnic" matinal, con mate, pastafrola, pan vienés, galletitas. Ya era hora de recuperar energías. Mientras esto ocurría, un señor con la típica apariencia de ser "de campo", bolsito descansando en el piso, pañuelo al cuello y manos en los bolsillos, estaba parado a la vera del camino en actitud de esperar algún transporte hacia Bahía Blanca, o sea, algún chacarero que lo lleve en la "chata", porque colectivo no pasa ninguno por esta ruta abandonada. Entonces el cielo se oscureció, la atmósfera cambió y volvió la amenaza de la lluvia. El "gaucho" enfiló para dentro de la estancia mientras nos decía a la pasada: "mejor me voy a la tarde con el Juan". Después caeríamos en la cuenta que debimos haber interpretado lo acontecido como un preciso informe meteorológico. Exactamente el tiempo que demoró el hombre en llegar a "las casas", fue lo que tardó en caer la lluvia. Para nuestra fortuna, el portal de entrada de "Monte Alegre" tiene un alero que nos protegió del aguacero. Uno al lado del otro con las respectivas bicicletas, esperamos que pasara el chaparrón. Desde este lugar y antes de que empezara la lluvia, el padre de Gabriel pegó la vuelta para Bahía Blanca. Luego nos enteraríamos que se empapó. Ya con sol, humedad y calor, entramos a Cabildo, localidad perteneciente al partido de Bahía Blanca y distante unos cincuenta kilómetros de la cabecera. En una plaza armamos el almuerzo. Como si fueran galeras de mago, de las alforjas salía comida como para un batallón. A partir de aquí el camino era desconocido para todos. Justamente yo propuse la idea de ir por Estomba para cambiar el itinerario de siempre. Antes de llegar a Cabildo, en el paraje "San Carlos" (a 8 km. de Cabildo), paré una camioneta "Rastrojero" y respondiendo a mi pregunta el conductor dijo: "¿En bicicleta...???, hummm ... no se…, el camino está muy feo, hay muchas piedras ..." No sólo piedras. También había lagunas, barro y arena. El tramo entre Cabildo y Estomba fue durísimo. Nos embarramos; las piedras nos hacían temblar hasta los dientes y en la arena patinábamos o nos quedábamos clavados. Al fin llegamos a Estomba, un pueblito fantasma en donde no vimos a ningún habitante, todo parecía desierto. Descansamos un rato al lado de la escuela penosamente abandonada y sacamos unas fotos. Ahora había que decidir si continuábamos en el mismo camino o bajábamos hasta el embalse "Paso Piedra" y tomábamos el que va junto al lago y al Sauce Grande. La decisión fue unánime: por el más corto, es decir, seguimos por donde veníamos, junto a las vías ferroviarias. El cartel despintado y oxidado, alcanzaba a informarnos agónicamente: "Saldungaray 18 - Sierra de la Ventana 29". Encontramos buenas bajadas, que agregaron a la experiencia un poco de vértigo, y duras subidas para recordarnos que hacía varias horas que veníamos pedaleando. Sin prisa pero sin pausa, con el cielo plomizo sacudiéndose algunas gotas sobre nuestros cascos, llegamos a Saldungaray, con las caramañolas vacías. Una señora mayor tejía en el umbral de su casa, frente a la Estación (¿Penélope?). Accedió amablemente a darnos agua fresca y una vez que salió de su asombro por todo lo que habíamos pedaleado, nos deseó mucha suerte. Nos fuimos a recorrer Saldungaray. Ya todos conocíamos, pero eso no impidió que volviéramos a disfrutar de la tranquilidad de las calles; la Estación que es memoria inmueble de otros tiempos y fotografiarnos - como siempre - en los perfiles guerreros de la entrada (salida para nosotros). Quedó prometido para una próxima travesía instalarnos unos días en Saldungaray, tal vez acampar cerca del río, aunque nos comentaron que la tormenta había hecho muchos destrozos. Esta vez fue una visita de paso; ya teníamos reservados unos "dormis" en un camping de Sierra de la Ventana. Partimos hacia el punto final del viaje, mirando en las "ciclocomputadoras" como el kilometraje recorrido se aproximaba ya a los cien kilómetros. Y nosotros nos acercábamos al agotamiento. Aunque en este caso Saldungaray haya sido una escala en la totalidad del viaje, igual me pareció que valía la alegría hacer la crónica. Una reflexión personal: siempre que hago este recorrido, mi objetivo es llegar a Saldungaray. Estando aquí, ir a Ventana es un paseo. Es un relato sencillo, como todas las cosas simples. Hasta cualquier momento. Raúl ( ruleigh@hotmail.com )

 


 
1 conversaciones1

 

Watch more!
Tu aporte
×
Login
×